París
es un escenario literario inagotable.
Retratada hasta la saciedad también en el cine, no hay quien se resista a la
atracción de su historia, a la contemplación de los diversos paisajes urbanos y
humanos -ya sea de día o a la luz de la luna- o a un simple vagabundeo por
cualquiera de sus distritos.
Cuando
el joven Hemingway llegó al París de
entreguerras en 1922, experimentó esa misma fascinación. El flamante corresponsal para Europa del canadiense Toronto Star había elegido esta ciudad
como base de operaciones, y desde ella hizo llegar puntualmente al periódico
sus reportajes. En este volumen que la editorial Elba publicó el año pasado se
recoge una excelente selección de casi treinta artículos que abarca desde
febrero de 1922 hasta diciembre de 1923.
Foto del pasaporte de Hemingway en 1923
Con
títulos tan explícitos como Vivir con
1.000 dólares al año en París, La
meca de los impostores o El gobierno
paga por las noticias, los textos
son todo un prodigio de descaro, frescura e ironía. Hemingway expone al
lector los datos que va recabando en sus sondeos diarios por el ambiente
parisino. En la mayoría de los casos no hace falta que tome partido
explícitamente, puesto que despunta ya su estilo directo y mordaz, con una
economía de palabras bien escogidas, pero que son como dardos que se clavan
en el centro de la diana. Esa precisión sirve igual para describir lo peor del ambiente
nocturno de la ciudad, las guerras políticas o la multitud de pícaros ávidos de
turistas americanos, como las bondades de la vida cotidiana en Francia tras la
Gran Guerra o la escasez de viviendas a
precios asequibles.
“La escoria de Greenwich Village,
Nueva York, ha sido espumada y depositada en grandes cantidades en la zona
contigua al Café de la Rotonde,
en París. Por supuesto que ha surgido una nueva escoria para remplazar la
anterior, pero la escoria más antigua, la más espesa y asquerosa de todas las
escorias, se las ha arreglado para cruzar el océano y, con sus desembarcos de
tarde y de noche, ha convertido la
Rotonde en la principal atracción del Barrio Latino para
turistas en busca de ambiente.”
Su
estancia en la capital francesa, acompañado por su primera esposa, Hadley
Richardson, fue una época de especial
felicidad para él como reflejaría más tarde en París era una fiesta (1964). Pronto entabló amistad con personajes
de la talla de James Joyce, Gertrude Stein o Picasso. Y poco a poco, el joven y
pobre Hemingway tomó conciencia de que su verdadera pasión era ser escritor y
no periodista, y de que París era el centro de operaciones perfecto para
lograrlo; de hecho, no abandonó la ciudad definitivamente hasta 1928, dos años
después de la publicación y el éxito de Fiesta.
Se
puede decir que los artículos de este volumen nos muestran de forma clara los
rasgos de un estilo incipiente: apasionado,
riguroso e irónico. Una sobriedad calculada que logra dar un efecto mayor a
lo que nos relata, así como una visión de la guerra -que tanto le marcó- y la
naturaleza humana bastante desmitificadoras.
“El primer escándalo se produjo
cuando la policía descubrió que la absenta, prohibida hacía seis años, se
vendía en grandes cantidades con el nombre de Anis Delloso. En lugar de
elaborarlo con el maravilloso color verde celebrado por los poetas menores
hasta en los lugares más recónditos y abstemios de la tierra, los fabricantes
de absenta producían cantidades industriales en forma de jarabe amarillo
pálido. Seguía teniendo ese sabor a regaliz, y se volvía lechoso cuando se le
añadía agua; y tenía esa pegada lenta y culminante que al tercer Delloso hacía
que al boulevardier le entraran ganas de levantarse y dar saltos
de alegría sobre su sombrero de paja nuevo.”
En
suma, Sobre París es un libro bastante entretenido, que proporciona
un testimonio directo, riguroso, carente por completo de exaltaciones y
sumamente crítico. Cabe destacar, así mismo, el prólogo y la traducción de Clara Pastor, alma mater de Elba. Y finalmente, para los que quieran disfrutar de
alguno de los artículos periodísticos de Hemingway en su lengua original,
recomiendo la web monográfica del
Toronto Star: http://ehto.thestar.com, que incluye el primero de los textos
de este libro.
Sobre París, Ernest Hemingway
Traducción y prólogo de Clara Pastor
Elba, 2012, 166 páginas, 14 €