No
hay ningún episodio en la historia española de los últimos siglos que haya
generado tantos ríos de tinta como la Guerra Civil.
Son innumerables los ensayos, relatos y novelas donde es la protagonista
principal, por no hablar de los cientos de documentales y películas en torno a
ella o que reflejan la vida en la
España de los años de posguerra.
Sin
embargo, con frecuencia este episodio cruel se presenta lleno de sesudas
reflexiones, ideas preconcebidas -y en ocasiones, falsas-, lugares comunes,
idealizaciones y dogmas inmutables que dificultan bastante la extracción de una idea clara y simple del verdadero
origen de la contienda, tanto para los propios españoles como para el resto
del mundo.
Por
ello es aún más sorprendente este trabajo del filósofo Julián Marías (1914-2005), escrito en 1980 y que ahora reedita Fórcola en su colección Singladuras. Se
trata de un breve ensayo de una prodigiosa claridad, en el que Marías –testigo
de primera mano desde el Ejército republicano- va desgranando las razones que llevaron al pueblo español hacia una
división irreconciliable. El texto nace al inicio del periodo democrático
para advertir del peligro de la falsificación de la historia y para evitar en
lo posible el olvido de los errores del pasado, cuyo desconocimiento siempre
nos expone a repetirlos.
“Entre 1936 y 1939 los españoles se dedicaron a hacer la guerra, a intentar ganar la guerra; desde esta última fecha malversaron lo que habían conseguido, no supieron edificar adecuadamente la paz. Esta es nuestra empresa: darnos cuenta de que necesitamos vencer a la guerra, curarnos, sin recaída posible, de esa locura biográfica, es decir, social, que nos acometió hace algo más de cuarenta años, cuya amenaza ha sido tan hábilmente aprovechada para paralizarnos, para frenar el ejercicio de nuestra libertad histórica, la plena posesión de nuestro tiempo, la busca y aceptación de nuestro destino.”
Si
cualquier guerra representa un fracaso, aún lo es más si enfrenta a
compatriotas. Para el autor, este descalabro podría haberse evitado si se
hubieran atendido las señales evidentes en los años inmediatamente anteriores y
se hubiera actuado en consecuencia. Marías señala como el primer germen el episodio de la quema de conventos en 1931, que originó en una parte de la
población un sentimiento opuesto a la República, empezando a crear dos bandos
contrarios e incompatibles. Las posteriores medidas de reducción del Ejército de Azaña fueron también muy
impopulares entre los militares, que aprovecharon su posición al comienzo de la
guerra para ajustar cuentas.
Además,
en España se vivía un clima de progresivo
desencanto, de decepción hacia los grupos políticos, al que se unieron los
efectos en Europa de la depresión
norteamericana de 1929, que originó una crisis económica galopante (algo
inquietantemente familiar en nuestros días). A este malestar social hay que
añadir en parte de la población, según Marías, un horror ante la pérdida de la imagen habitual de España: una ruptura
de la unidad (regionalismos, nacionalismos y separatismos) y la pérdida de la
condición de país católico.
Como
acelerante de este caldo de cultivo, aparecieron por mimetismo de movimientos políticos extranjeros los estímulos totalitarios: el comunismo y el fascismo, lo que
contribuyó a radicalizar aún más las posturas. Y finalmente, Marías propone un
sorprendente factor adicional: la pereza,
para ponerse en el lugar del otro, para pensar y para buscar soluciones
efectivas a los problemas.
Sin
embargo, lo que iba a ser un rápido golpe de Estado militar para cambiar la
situación desembocó finalmente en la guerra, los asesinatos políticos y las
vejaciones en ambos bandos, que se tradujo en un inevitable envilecimiento. La
posterior intervención internacional
en el desarrollo de la lucha actuó de forma decisiva en el desenlace de la
guerra.
Julián Marías rodeado de bibliografía
El
autor analiza así mismo tanto el desarrollo de la contienda como los crudos
años posteriores, en los que la clara
división entre vencedores y vencidos condujo
a la perpetuación del espíritu de guerra durante decenios. Como conclusión
del ensayo, Marías nos anima a recordar la guerra, pero como un episodio
pasado, superado, para ponerla detrás de
nosotros, para vencerla y evitar recaídas.
Este
clarificador ensayo se completa con un prólogo
muy atractivo del historiador vasco Juan Pablo Fusi, que analiza la figura de
Marías y ofrece un breve resumen de los acontecimientos principales de la
guerra, a fin de refrescar conocimientos para que el lector tenga un punto de
partida nítido. Además, el volumen se
ilustra con múltiples fotografías de la época, tanto de las campañas
militares como de las labores de retaguardia y de la vida “corriente” de las
ciudades, que permiten una inmersión todavía más exacta en este periodo. Como
explica el editor Javier Jiménez en el emotivo epílogo, tanto él como Daniel Marías (nieto del autor y colaborador
en la edición del libro) valoraron el interés que tenía incluirlas y dedicaron
varios días a rescatarlas de entre los fondos de varios archivos españoles. Mi
enhorabuena desde aquí por el resultado final.
La Guerra Civil ¿Cómo pudo
ocurrir?, Julián Marías
Prólogo de Juan Pablo Fusi
Fórcola, 2012, 88 páginas, 10,50 €
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