lunes, 5 de marzo de 2012

La señorita Else




“La verdad es que soy una snob. Papá también lo cree así y se ríe de mí. Ay, querido papá, me preocupas mucho. ¿Habrá engañado alguna vez a mamá? Seguro que sí. Varias veces. Mamá es bastante tonta. De mí no tiene ni idea. Y otras personas tampoco la tienen.”

La que habla así es Else, la protagonista de esta novela corta de Schnitzler, una joven vienesa de diecinueve años, aparentemente frívola y consentida. Toda la acción se desarrolla en un hotel de San Martino de Castrozza, cerca de la frontera austroitaliana, un destino turístico bastante popular entre las clases acomodadas austríacas a comienzos del siglo pasado. Allí Else está pasando unas tranquilas vacaciones en compañía de su tía Emma y su primo Paul. Pero la llegada de una carta apremiante de su madre pronto transformará este apacible retiro en una pesadilla.

Casi la totalidad de la obra utiliza el recurso del monólogo interior de la protagonista. Arthur Schnitzler (Viena, 1862-1931) fue el introductor de esta técnica en la narrativa alemana con una novela anterior, El teniente Gustl (1900). Lejos de anquilosarse con el empleo sistemático de este soliloquio, el ritmo narrativo es vivo y las emociones ascienden y se desvanecen siguiendo el reflejo fiel de los pensamientos recurrentes de la joven. El escritor vienés nos va mostrando una Else desconocida, madura y responsable, bien distinta de la imagen superficial que puede dejar en una primera impresión.

“… ¿Pero dónde tengo la pitillera? Ahí vienen Cissy y Paul. Sí, ella tiene que cambiarse de una vez para el “dinner”, si no, hubieran seguido jugando a oscuras. No me ven. ¿Qué le estará diciendo él? ¿Por qué se ríe ella tan tontamente? Sería divertido escribir a su marido en Viena una carta anónima. ¿Sería yo capaz de algo así? Jamás. ¿Quién sabe? Ahora me han visto. Les hago un gesto. Ella se enfada al verme tan bonita. Qué cohibida se siente.
            -¿Cómo, Else, ya arreglada para la cena?
            ¿Por qué dice ahora cena y no dinner? Ni siquiera es consecuente.
            -Ya ve, señora Cissy.
            -Estás realmente encantadora, Else, tendría muchas ganas de hacerte la corte.
            -Ahórrate la molestia, Paul, y dame en cambio un cigarrillo.”

La novela posee una gran profundidad psicológica. No en vano, en su etapa como médico, Schnitzler fue ayudante del psiquiatra Theodor Meynert -uno de los maestros del controvertido Sigmund Freud-, e investigó en temas como el uso de la sugestión y la hipnosis. El propio Freud se declaró devoto admirador de las obras del escritor, con quien mantuvo una relación epistolar, aunque parece ser que la admiración no era del todo recíproca, ya que Schnitzler no compartía algunos de los postulados del padre del psicoanálisis.




En La señorita Else también aparecen con fuerza dos de los temas tradicionales del vienés: el erotismo y la muerte. No puedo entrar en más detalles sin desvelar el argumento. Sólo diré que estos elementos le sirven de vehículo para realizar una crítica despiadada de los usos y costumbres de buena parte de la sociedad vienesa que retrata. Este texto nos habla de las motivaciones humanas y del precio que cada uno está dispuesto a pagar para lograr sus metas. Quizá el final de la novela nos pueda parecer anacrónico en pleno siglo XXI, pero no por ello es menos poderoso hoy que en 1924, cuando fue publicada la obra.

La señorita Else, Arthur Schnitzler
Traducción de Miguel Sáenz
Acantilado, 2001, 112 páginas, 8

No hay comentarios:

Publicar un comentario